CARTA A LA SECUNDARIA
12 de julio de 2020
Estimada secundaria:
No me quiero centrar en la institución en particular en la que te cursé, sino en la experiencia de haberlo hecho. Podría resumirse en un "fue horrible", pero eso le daría fin a la carta y prefiero usarlo como disparador. ¿Por qué fue horrible? Bueno, dejando de lado la institución -como dije antes y repito porque es muy importante-, se puede resumir en tres cuestiones: los contenidos, la adolescencia y la autoexigencia. Sí, tampoco me voy a hacer la víctima acá que bien sabemos cómo era el asunto. También se podrían reformular como: el sistema, los otros y yo misma.
Los contenidos (o el sistema)
Sí, todos sabemos que sería útil que nos enseñen sobre impuestos, sentimientos, alquileres, salud mental, primeros auxilios, cómo hacer trámites en la AFIP y la ANSES, pero voy más allá de eso. Aunque sí hubiera sido muy útil la educación emocional porque por cursarte empecé terapia (bueno, por eso y por la autoxigencia). El tema acá es cómo se plantean los contenidos: no interesa que pensemos, cuestionemos, lo relacionemos con nuestra vida o podamos intervenirlo. En general, no esperabas que fuera creativa sino que cumpliera con tus expectativas. Mi secreto para aprobar siempre fue ese, excompas: analizar qué pretende la materia y el equipo docente de mí y cumplirlo. Descubrir estructuras es mi pasión. Justamente es eso lo que no está bueno ni para mí ni para nadie. Pero bueno, vivimos en una sociedad, hay cosas básicas sobre la cultura y el conocimiento general que debemos aprender.
La adolescencia (o los otros)
Tal vez se relacione con el subtítulo anterior, pero ¿cómo puede ser que estuvieran tan cómodos en sus burbujas patriarcales y misóginas? ¿Cómo era posible que nada de lo que les dijera les hiciera ruido? La autocrítica está en el siguiente subtítulo así que acá no la busquen. Yo entiendo que pensar y cuestionar es difícil porque implica reevaluar toda tu forma de vida hasta ese punto, creánme que lo sé porque lo vivo a diario. Pero, ¿no tenían curiosidad más que por su día a día? ¿No les interesaba el por qué de nada? ¿Lo único relevante en sus vidas era consumir y ser funcional al sistema? ¿Salir a bailar, juntarse con amigas y amigos, relacionarse con personas que les gustaban y ya? ¿Nunca se preguntaron por qué todo eso lo vivíamos de cierta forma y no de otra? ¿Nunca pensaron en que tal vez otra forma de vivirlo era posible? Sí, ya sé, patriarcado, capitalismo y coso, pero ¡por favor! Es solo curiosidad, ¡yo me enteré del feminismo por una tuitera española a los 15 años! Pero dejando las opiniones políticas de lado, ¿nunca les interesó por qué una persona estaba tan angustiada por la convivencia aúlica? ¿Alguna vez se les pasó por la cabeza que a lo mejor algo de lo que estaba planteando tenía sentido? Tengo muchas preguntas y pocas respuestas.
Mi autoexigencia (o yo misma)
Tenía miedo. Todo se resume a eso. No es una forma de justificarme ni mucho menos. Tenía miedo de equivocarme y me aterraba que todos descubrieran que hay cosas de las que no estoy segura o que ignoro. Me sentía constantemente en evaluación y no sabía manejar los pasos en falso. Por lo tanto, me exigía perfección. La pasaba tan mal y hacía a todos pasarla tan mal. Mi mente siempre perseguía verdades absolutas o LA verdad irrebatible que diera respuesta a todo porque si la encontraba nunca más podría equivocarme. El problema es que UNA sola situación que no se adecuara a esa estructura que me había armado, hacía que me tambaleara. Y como cada uno hace lo que puede en la vida condicionado por su familia, su socialización, su grupo de amigas y amigos, su situación económica, su sexo, etc; había muchas verdades, no una sola. Acá es cuando afirmo que debería haber seguido Ciencias Sociales en vez de Economía. Supongo que ahora también se entiende por qué tantos dieces. Me aterraba no saber contestar porque ¿qué iban a decir de mí, la chica 10, si no tenía la respuesta a algo? Mi mente era mi propio infierno, créanme.
Después de mucha terapia y charlas con amigas entendí varias cosas. Ahora me reconozco espiritualmente alejada de todo eso y me alegra estarlo. Definitivamente mi infierno personal debe ser volver a cursarte una y otra vez. No sé si me arrepiento de las decisiones que tomé. Una parte de mí cree que no estaría donde estoy si hubiera... Pero los "si hubiera" no existen.
Espero no volver a vivirte nunca,
Maira.
Tiempo después de haber terminado con la etapa es cuando uno más se da cuenta de cosas. Hay algunas, que están escritas acá, que son tal cual como las veía... En su momento negaba que fuera así, pero son reales. Gracias una vez más por tus palabras, por compartirnos un pedacito de vos 👏🏼... Y un poquito de nosotros que nos sentimos un poco así y nunca nos animamos a decirlo!
ResponderEliminarGracias por tomarte el tiempo de leerlo y comentarlo💜
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