ENCUENTRO 1 de Zonda en Temperley con @martucruz y @verajereb (IG)

 Sin nombre

Burzaco es mi hogar,

pero se olvidó de nombrarme.


Corimayo y El Gaucho sí tienen identidad,

pero a mí eligieron ignorarme.


Sobre Ochoa, Espora y Monteverde

se mueven quienes me habitan

creyendo que son parte de Corimayo

y él se burla de mí por esa ignorancia.


¿Pero cómo van a conocerme

si ni la Municipalidad me conoce?

No aparezco en los mapas, ni en la memoria

                                           o no me dibujan en el mapa porque no tienen memoria.


Si la tuvieran,

¿cómo me llamarían?

Rocca es una buena identidad

y la Quinta que la llevaba hoy es Universidad.


Barrio Rocca...

¿por qué no me llaman así?

¿Por qué me obligan a robarle a Corimayo?


Hasta que la tradición sea otra,

lo acepto,

soy un barrio sin nombre,

       un barrio ladrón.


Rumor de autodefensa


— Al final tenías razón — le dijo Norma a Marta mientras la apuntaba con un dedo.


— ¿Te funcionó? 


— Mejor de lo que esperaba, ya no me tengo que preocupar por esa plaga.


— ¿No te sentís más libre? ¿Con una carga menos?


Norma, nerviosa, se acomodó la bolsa de las compras que llevaba en el brazo antes de responder. La tranquilidad del ambiente barrial de un lunes a la mañana contrastaba con su agitado interior. El aroma de la carnicería de Mario era lo único que evitaba que se perdiera en la culpa.


— Me da cosa decirlo así todavía, pero sí te agradezco por haberme pasado el dato. No sé qué sería de mí sin vos.


— Que no te dé vergüenza, no sos la primera ni serás la última — le dijo Marta misteriosa.


— ¿Sabes de alguien más que lo necesite?


Pasó una vecina por al lado de ellas y cambiaron el tema a los precios de la verdulería hasta que dobló en la esquina.


 — Dale, decime, ¿quién más está sufriendo?


— Sabes que no te puedo decir, pero ya te vas a enterar, así como las que lo necesitaron antes que vos saben lo que hiciste porque ellas también lo hicieron.


Norma se pasó la bolsa de las compras de un brazo a otro. Le costaba sentir las baldosas de ladrillo debajo de sus pies y cada vez escuchaba más lejos la risa de las niñas andando en bicicleta por la esquina. Por un instante desvió la mirada y se dedicó a observarlas: libres, felices, sin tener idea de lo que les esperaba. No conocían la violencia de las plagas con las que deberían lidiar y lo que serían capaces de hacer.


— Sabes que ninguna te culpa ni te juzga, no te preocupes — la calmó Marta luego de un largo silencio. Con una mano le acarició un poco el brazo para transmitirle cariño.


— Tomá, dáselo a la siguiente — le dijo Norma mientras sacaba un frasquito medio lleno de la bolsa naranja y se lo ocultaba en la mano a su vecina.


— Si no nos cuidamos nosotras, no nos cuida nadie y nos ganan las plagas — le dijo Marta al agarrar el frasquito y dar media vuelta para irse.


Norma se quedó un rato más ahí parada observando a las niñas y aferrándose al olor de la carnicería para no desmayarse de impotencia. Se acordó de ella misma de niña, jugando con sus amigas. La libertad de ese entonces y la libertad de ahora. El viento de la mañana le movió la pollera y recordó un verso de un poema que había leído pegado en una pared: “Ambas sabemos la más profunda verdad”.


 - Leeme todos los días en @mairareflexiona (IG) -


Comentarios

Entradas populares de este blog

VICTORIA LEGUIZAMON

CLASE 1 del Taller de Poesía de @poesiaconurbana (IG)

ENCUENTRO 3 de Zonda en Temperley con @martucruz y @verajereb (IG)